En general, no sé cuando aparecí.
Probablemente lleve toda la vida entre vosotros.
O no.
A lo mejor nací con los cuentos de fantasía en la mente de los niños y permanecí ahí como una sombra mientras ellos crecían, dejando que me confundieran con los sueños y las ilusiones de un futuro que creaban a través de mí.
Durante toda la historia del mundo se me han atribuido diferentes orígenes, pero la historia de Brunilda es la más antigua y en la que considero que nací.
Brunilda era una valquiria, bella guerrera al servicio de Odín, que luchaba en las guerras a la que él destinaba a ella y a sus iguales, otorgando la victoria a aquel que Odín deseara. Sin embargo, Brunilda un día mató a uno de los mejores guerreros del dios y eso le llevo a que la sometiera al castigo del destierro y a entrar en un sueño profundo. Ella durante este tiempo, se encontraría retenida en un castillo custodiado por un dragón y solo podría ser liberada si un héroe conseguía vencer al dragón y besarla.
Sigfrido fue el único que consiguió lograr esta hazaña y casarse con Brunilda. Sin embargo, este poseía un anillo que cambiaba todo su aspecto y no cumplía con los estándares de aquellos que se casaban con las valquirias. Brunilda cuando se enteró de esto quiso que él muriese y ella se sumió en un periodo de tristeza por el sentimiento de engaño.
Esta historia apareció hace años y, desde que la psicología apareció, la usan para denominarme de manera científica al proceso que les ocurre a las mujeres al enamorarse profundamente de un hombre. Sin embargo, no solo existo en la mente de las mujeres a pesar de ser la mayoría, también existen hombres que me tienen presente. Pero bueno, ¿Quién soy yo para juzgar la ciencia? Ya se dedican ellos a analizarme.
Yo por mi parte, me voy a dedicar a hablarte de mi para que me sientas de manera más cercana.